La identidad virtual es tan diferente de la física como cualquier identidad mediada lo es del contacto "cara a cara". Algún instinto actoral parece despertar dentro de nosotros y, quién más, quién menos, se comporta frente al medio de un modo sutilmente diferente del que lo haría sin intermediación alguna. El medio que se interpone como codificador del mensaje, es un filtro que inconcientemente todos buscaremos minimizar (o maximizar), y en estos intentos es que construimos algo diferente a lo que somos o mejor dicho, algo que somos, desde otra perspectiva. Y en este sentido, no está de más recordar que una de las particularidades de Internet como medio, es que emisor y receptor tienen generalmente la oportunidad de "esfumarse" sin que se desaten consecuencias drásticas o haya que dar demasiadas explicaciones. Las metáforas mágicas en relación a los intercambios en línea no son casuales ni un mero efecto marketinero...
Así pues, es en este marco en donde irrumpen ciertos patrones de comportamiento propios los entornos en línea. Y surgió así, la necesidad de rotular a los "inadaptados sociales de la web" con el curioso nombre de "trolls" o "duendes". ¿Quién no ha topado alguna vez con estas personalidades escurridizas que según nuestro estado de ánimo pueden divertirnos o enfurecernos?
En internet, suele llamarse "troll" o "duende" a una persona que se divierte provocando. Lo hace emascarado detras de un nick o avatar anónimo. Su objetivo suele ser el de causar controversia, hostigar a usuarios novatos, irascibles o extremadamente dependientes del intercambio. Generalmente la estrategia se centra en desviar el hilo de discusión o más maliciosamente, crear el clima necesario para una "flamewar" (guerra de insultos).
¿Pero por qué el "troll" se comporta como "troll"? ¿Catarsis, divertimento morboso, crueldad, desequilibrios varios, resentimiento? Probablemente un poco de todo esto, en cualquier caso, algo muy dificil de precisar y más dificil de comprobar aún. La alinenación existe y la maldad también. En cualquier caso, los usuarios involucrados intervienen en las discusiones descargando una imponente agresividad. Es un recorrido habitual de de estas guerras verbales, que se produzca un desenfoque del contenido de la discusión: la violencia no se instala sobre lo que se dice sino sobre quién lo dice.
Pero así como ciertas personas encuentran en el anonimato el respaldo necesario para una deshinibición que habilita comportamientos agresivos, en muchas otras ocasiones el mismo anonimato nos libera de las limitaciones desencadenadas por los prejuicios o las meras exigencias formales tan propias de los encuentros "cara a cara". Los vínculos en ocasiones efímeros que plantea la web y la ausencia de una presencia física a la que tenerle algún temor, rechazo o desconfianza, también puede hacer surgir lo mejor de cada uno de nosotros. Así entonces, y aunque poco se hable de ello (¿por qué siempre se hablará más de lo malo que de lo bueno?), circulan en la web también "hadas" y otras almas generosas dispuestas a compartir, a explicar o ayudar sin buscar nada cambio más que la pasajera sensación de haber hecho algo bueno sin costo alguno.
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